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sábado, 17 de noviembre de 2012

LAS PRESIONES SOBRE LOS CIUDADANOS A TRAVES DE ENGAÑOS Y PREBENDAS


 
Muchos ciudadanos, sostenemos que la democracia participativa es, ante todo, una convicción sobre la organización política y sobre cómo el ejercicio de los derechos posibilita el acceso a la emancipación humana. Convocar a la ciudadanía para aumentar la credibilidad acerca de la gestión de los gobernantes o para que se reduzcan los índices de corrupción, son aspiraciones demasiado insignificantes para los que históricamente hemos luchado y continuamos peleando por una democracia liberadora. Estamos viendo como se ha puesto de manifiesto el derrumbe de la escala de valores y principios, donde la solidaridad, la moral, la honestidad, el compromiso y responsabilidad, pilares del proceso de construcción de una sociedad civil equitativa y solidaria, y por otra parte se han incrementado los índices de acciones ilegales y de poder como así también el de otras prácticas reñidas con la normativa vigente, y el aumento progresivo de casos de corrupción, que entre otras cuestiones han destruido los cimientos de nuestra Sociedad y Estado, y porque no decirlo, de nuestro Ayuntamiento.
Pero el abuso electoralista no se limita a los medios de comunicación, como podemos ver en cierta prensa que se publica en nuestro pueblo y en la Televisión Local. Si se trata de ganar elecciones, los dictadores electoralistas ponen todos los servicios y dependencias del Ayuntamiento, más los dineros recaudados, al servicio de la elección. De más está decir que los funcionarios públicos son sometidos a una intensa presión. Si no votan por el dictador, se les dice, perderán sus puestos de trabajo. Efectivamente, hay que ponerse en el lugar de un funcionario público de quien depende la alimentación de una familia, antes de juzgarlo. Por más secreto que sea el voto, siempre pensará él que el dictador, tarde o temprano, se enterará por quién él votó. Al fin, más vale la pena acatar y no correr ningún riesgo. Algunos, a fin de aliviar sus conciencias, terminarán engañándose a sí mismos, afirmando que votan por convicción. Por lo demás, el dictador es muy generoso con quienes lo a poyan (Asociaciones, etc…). Tal generosidad se extiende en periodos electorales hacia los sectores más pobres de la población. En esos momentos el dictador se vuelve extremadamente dadivoso. Entonces aparecen las placas, los obsequios, arreglo de ciertas calles y paseos (pura cosmética), las donaciones a ciertas entidades a fines, los carritos de la compra, las comidas, jardines orientales, etc. Por cierto, hay gobiernos democráticos que suelen usar métodos parecidos, pero jamás con la descarada amplitud que ostentan los dictadores electoralistas de nuestro tiempo. Por último, si todo eso no bastara, todavía queda la alternativa de la intimidación.
Por eso, recuerdo: cuidado con los engaños, con los lobos vestidos de corderos, con los besos de Judas…

 

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