Muchos ciudadanos, sostenemos que la democracia participativa es, ante
todo, una convicción sobre la organización política y sobre cómo el ejercicio
de los derechos posibilita el acceso a la emancipación humana. Convocar a la
ciudadanía para aumentar la credibilidad acerca de la gestión de los
gobernantes o para que se reduzcan los índices de corrupción, son
aspiraciones demasiado insignificantes para los que históricamente hemos
luchado y continuamos peleando por una democracia liberadora. Estamos viendo
como se ha puesto de manifiesto el derrumbe de la escala de valores y
principios, donde la solidaridad, la moral, la honestidad, el compromiso y
responsabilidad, pilares del proceso de construcción de una sociedad civil
equitativa y solidaria, y por otra parte se han incrementado los índices de
acciones ilegales y de poder como así también el de otras prácticas reñidas
con la normativa vigente, y el aumento progresivo de casos de corrupción, que
entre otras cuestiones han destruido los cimientos de nuestra Sociedad y
Estado, y porque no decirlo, de nuestro Ayuntamiento.
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Pero el abuso electoralista no se limita a los medios de comunicación,
como podemos ver en cierta prensa que se publica en nuestro pueblo y en la
Televisión Local. Si se trata de ganar elecciones, los dictadores
electoralistas ponen todos los servicios y dependencias del Ayuntamiento, más
los dineros recaudados, al servicio de la elección. De más está decir que los
funcionarios públicos son sometidos a una intensa presión. Si no votan por el
dictador, se les dice, perderán sus puestos de trabajo. Efectivamente, hay
que ponerse en el lugar de un funcionario público de quien depende la
alimentación de una familia, antes de juzgarlo. Por más secreto que sea el
voto, siempre pensará él que el dictador, tarde o temprano, se enterará por
quién él votó. Al fin, más vale la pena acatar y no correr ningún riesgo.
Algunos, a fin de aliviar sus conciencias, terminarán engañándose a sí mismos,
afirmando que votan por convicción. Por lo demás, el dictador es muy generoso
con quienes lo a poyan (Asociaciones, etc…). Tal generosidad se extiende en
periodos electorales hacia los sectores más pobres de la población. En esos
momentos el dictador se vuelve extremadamente dadivoso. Entonces aparecen las
placas, los obsequios, arreglo de ciertas calles y paseos (pura cosmética),
las donaciones a ciertas entidades a fines, los carritos de la compra, las
comidas, jardines orientales, etc. Por cierto, hay gobiernos democráticos que
suelen usar métodos parecidos, pero jamás con la descarada amplitud que
ostentan los dictadores electoralistas de nuestro tiempo. Por último, si todo
eso no bastara, todavía queda la alternativa de la intimidación.
Por eso, recuerdo: cuidado con los engaños, con los lobos vestidos de corderos, con los besos de Judas… |
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sábado, 17 de noviembre de 2012
LAS PRESIONES SOBRE LOS CIUDADANOS A TRAVES DE ENGAÑOS Y PREBENDAS
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