El pasado viernes 17 de mayo, el Consejo de Ministros aprobó el
Proyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa
(LOMCE) que propone la modificación parcial de la actual LOE, intentando
dar un paso más allá y situar al
Sistema Educativo español en la órbita del “neo-nacionalcatolicismo”,
cuya finalidad es el establecer la
segregación del alumnado por cuestiones de creencias y conciencia, de sexo,
económicas y de clase social, geográficas, culturales, étnicas y de capacidad
funcional e intelectual.
Esta propuesta que hace el Partido
Popular, sin tener en cuenta las recomendaciones del Consejo de Estado y enfrentándose
a la inmensa de las fuerzas políticas y sociales de todo el Estado y a la
comunidad educativa, por múltiples y variadas cuestiones.
Con esta reforma se nos está escapando de las manos nuestra escuela. La
escuela debe formar parte de la construcción de la utopía de un mundo mejor que
incluya a todas las personas, pero hemos construido una escuela discriminatoria,
una para ricos y otra para pobres. Esto nos obliga a actuar contra la pobreza y
la exclusión e implica conocer, comprender y movilizarse sin pérdidas de
tiempo. La escuela debe educar en valores para llegar a producir solidaridad y
compromiso.
El conocimiento y la cultura son las perfectas herramientas contra la
ignorancia que vuelve a las sociedades presas fáciles de demagogos,
totalitarismos e ideas incorrectas. Siempre hay una alternativa, fijémonos en
el proyecto que se está probando en Japón, un revolucionario plan
piloto llamado "Cambio Valiente" (Futoji no henko), Los japoneses ya han
despertado, se han dado cuenta de que la educación que impartían a sus niños,
no era suficiente, sino deficiente, y han optado por mejorarla drásticamente. Está basado en los programas educativos: Erasmus,
Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius. Es un cambio conceptual que rompe
todos los paradigmas. Es tan revolucionario que forma a los niños como
"Ciudadanos del mundo", no como japoneses.
Este cambio en esas
escuelas, no se rinde culto a la bandera, no se canta el himno, no se
vanagloria a héroes inventados por la historia. Los alumnos ya no creen que su
país es superior a otros por el solo hecho de haber nacido allí. Ya no irán a
la guerra para defender los intereses económicos de los grupos de poder,
disfrazados de "patriotismo". Entenderán y aceptarán diferentes
culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales. ¡Imagínese que ese
cambio se está dando en uno de los países más tradicionalistas y machistas del
mundo!
El programa de 12 años
está basado en los conceptos: cero patriotismo, cero de materias de relleno,
cero tareas y solo tiene cinco materias: aritmética de negocios, lectura (empiezan leyendo una hoja diaria del
libro que cada niño escoja y terminan leyendo un libro por semana), civismo
(Pero entendiendo el civismo
como el respeto total a las leyes, el
valor civil, la ética, el respeto a las
normas de convivencia, la tolerancia, el
altruismo y el respeto a la ecología),
computación
(Office, internet, redes sociales y negocios on-line), y por último, idiomas,
alfabetos, culturas y religiones (japonesa, americana, china y
española, con visitas de intercambio a familias de cada país durante el
verano).
Los resultados
esperados de esta intervención: jóvenes que a los 18 años: hablan 4 idiomas,
conocen 4 culturas, 4 alfabetos y 4 religiones, son expertos en
ordenadores, leen 52 libros cada año y manejan la aritmética de negocios al
dedillo.
Indiscutiblemente no es perfecto y dependerá de cada país, y no
necesariamente hay que estar de acuerdo con él, pero sí podemos comprobar que
existen alternativas que hacen posible un cambio profundo para que nuestros
hijos y nietos se puedan enfrentar a un mundo en continuo cambio. Muchos maestros, profesores
y pedagogos podrán no estar de acuerdo con este proyecto, pero de lo que no
cabe duda es que quienes no se esfuercen en cambiar, les llevará a un camino
sin salida. Por eso tenemos que llegar a un debate de la escuela que no se ha
llevado en este país; sólo se utiliza la fuerza de la imposición sin ninguna
postura de dialogo, le pese a quien le pese.