Busquemos
ejemplos cercanos a nuestra realidad y lo encontraremos rápidamente; y sin ir
más lejos a nuestro Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas (Cristóbal
Montoro), que teniendo la información privilegiada por razón de su cargo, la utiliza con fines partidista y
escondiéndose no dando la cara, pero amenazando a actores y diputados; pero eso
sí, no hablemos de los Bárcenas, los Sepulvedas, los Presidentes de Patronales,
etc.. (Es una ilegalidad usar la información de esta forma). Decía Jean Paul
Sartre: “Los cobardes son los que se esconden bajo las normas”.
A estos
tipos (o tipejos) se les encuentra hasta en nuestro propio Ayuntamiento, se
esconden como sanguijuelas, y esperando tener ocasión de hacer daño; pero deben
saber que de “los cobardes no se ha escrito nada” (Refrán).
Muchos
sueltan palabras de compromisos, pero llegado el momento de la verdad, sus
cobardías les obliga a pasar desapercibidos, a no mezclarse con la
responsabilidad adquirida; huyen despavoridos porque se les está exigiendo que
cumplan con la deuda de su honor; ¡qué fácil es hablar cuando no hay verdad!,
entonces usan la crítica destructiva para paliar lo imposible, su COBARDÍA.
Ya es
tarde, como decía Teresa de Jesús, “en
la tarde de la vida te examinarán en el amor”.
No hay grandes diferencias
entre ser cobardes o valientes, lo que varía no es el sentimiento sino la
respuesta. “Cuando el hombre nace, es débil y flexible.
Cuando muere es duro, como el árbol viejo. La dureza y la fuerza son amigas de
la muerte. La agilidad y la debilidad indican la frescura del ser. Nunca
triunfará lo que se endurece. Fragmento del film Stalker (acechante o furtivo).
Hay dos modos de enfrentar la vida: algunos prefieren los juncos para que su permeabilidad les dé supervivencia,
otros prefieren luchar de frente como el roble ante el viento, de
frente y de pie. Cualquiera que sea el
método, el desafío de la vida es llegar a ser lo que se soñó, a ese sueño
creado día a día al que muy pocos acceden por cobardía. El
tiempo no perdona a nadie, así que al observar que los años han pasado y notar
que algunos o varios de nuestros sueños no se han cumplido, debemos ser
conscientes que no se ha triunfado porque de alguna manera hemos sido cobardes,
no se ha sido capaz de hacer todo lo necesario a fin de cambiar desde adentro.
Y que diferencia tan tremenda con el valiente, el que
no se arruga, el que lucha contracorriente, el que destapa la mentira, el que
las zancadillas no son obstáculo para seguir luchando. Así lo define el
diccionario: ”Que tiene valor o actúa con mucha determinación ante
situaciones arriesgadas o difíciles”. Siempre da la cara, aun a sabiendas que
puede perder la vida. Cuando ejemplos tenemos en la historia: Luther King,
Gandhi, etc.
Y, ¿por qué no perdemos la vida? Pues, sencillamente, porque la poltrona
del poder y del dinero, la adulación nos ciega para ver la realidad; porque el
dinero fácil a costa de los ciudadanos honrados y generosos es muy sugerente.
Amigo lector, en qué lado te encuentras, ¿en el de los cobardes?, o ¿en
el de los valientes? Piénsalo antes de irte a la cama.
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