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lunes, 24 de diciembre de 2012

IMPOSTURAS LIBERALES EN LAS AULAS


Cuando estos últimos días hablamos de libertad, os traigo un documento de Xuan Cándano de la Revista ATLANTICA XXII, donde nos presenta el sentido de la libertad de la que se nos llena la boca muchas veces, pero no hemos penetrado en el interior de ella por el miedo a comprometernos con este mundo insolidario que estamos viviendo estos días.
“ No hay palabra de la que se abuse tanto como libertad. Los dictadores la tienen siempre en la boca. Con la libertad de la que alardeaba Franco la gente hacía chistes, como aquel que explicaba las razones por las que España era una, grande y libre, gracias a las quinielas.
–Una porque no hay otra, grande porque caben hasta los americanos y libre porque puedes escoger entre 1, X y 2. En su famoso viaje a la URSS en 1920, Fernando de los Ríos volvió horrorizado con aquella interrogación que le espetó Lenin, que hizo que intelectuales como aquel profesor de la Institución Libre de Enseñanza abrazaran al socialismo y aborrecieran al comunismo, intuyendo el totalitarismo que traía.
–¿Libertad, para qué?
Hay tan poco respeto a la libertad en España que los liberales son una minoría perseguida desde las Cortes de Cádiz, lo que supuso una guerra civil en la que faltaban demócratas en los dos bandos. Los liberales son un bien escaso en la historia de España, pero los impostores que se disfrazan con su ropaje ideológico son ahora legión y copan los Gobiernos. Quieren poco Estado –pero con mucha autoridad, no se vayan a desmadrar los pobres– y margen suficiente para sus negocios.
Puestos a adelgazar al Estado, ¿por qué no se aplican la dieta ellos mismos, como puede hacer la impostora liberal Esperanza Aguirre disolviendo la absurda y despilfarradora Autonomía de Madrid? Con su tono insolente, tan poco liberal, Esperanza Aguirre es de las que más apela a la libertad de enseñanza y de elección de centro para justificar la financiación de negocios educativos privados con dinero público. Y está dispuesta a ser insumisa ante la Justicia y saltarse la sentencia del Tribunal Supremo que excluye de los conciertos educativos a los colegios del Opus Dei que segregan a los alumnos por sexo.
Le ayudará otro conspicuo liberal, el ministro de Educación José Ignacio Wert, que modificará la ley para evitar que el Opus Dei pierda las millonarias aportaciones del Estado en sus colegios. Eso sí que es aplicar prácticas liberales: si la ley perjudica los negocios de los míos se modifica, que para eso están las mayorías absolutas. Los conciertos educativos son un escándalo del que se arrepiente Felipe González, que fue quien los parió como concesión a la Iglesia católica en los años ochenta, cuando la generación de los baby boom llenaba las aulas.
Y lo que era un privilegio excepcional, que solo existe en España, acabó convirtiéndose en una práctica generalizada que los beneficiarios tienen por un derecho.
Que con los recortes en la educación pública se mantenga la millonada de los conciertos, que son más de 5.000 millones de euros por curso, da que pensar en la desafortunada frasecita de Lenin. Cuando los ricos hablan de libertad, los pobres mejor escondemos la cartera.
Curiosos liberales éstos que arremeten contra las subvenciones, menos las que reciben ellos por enviar a sus hijos a colegios privados, caros, elitistas y en su mayoría religiosos, mantenidos por el Estado.
Pocas discriminaciones tan injustas y tan obvias como las de un currante que tiene a sus hijos en la enseñanza concertada, frente a un compañero que los tiene en la pública. Al primero lo subvenciona el Estado, el segundo le paga la subvención con sus impuestos.
¿Dónde está la izquierda, cautiva y desarmada como la España republicana en 1939, siempre a la defensiva y sin más ambición que resistir, incapaz siquiera de exigir el fin de unos privilegios que la crisis hace especialmente insoportables? ¿Por qué no se instalan los colegios concertados en las zonas rurales, donde cuando cierra una escuela cierra el pueblo, y donde tan necesitados están de servicios básicos como la educación? ¿Y por qué apenas tienen inmigrantes, a los que atiende solo la enseñanza pública, que pese a todo sigue siendo en España mejor que la privada?
En España hay libertad de elección de centro y más habría si se eliminaran los conciertos. La distorsión reside en que hay quien se tomó la libertad de que los demás le paguemos su enseñanza privada, generalmente con crucifijo.
Si los padres quieren enseñanza privada para sus hijos que la paguen, como la sanidad, que nadie reclama derechos para que el Estado le abone una operación en los hospitales del Opus Dei, aunque todo se andará, con lo sobrados que andan nuestros liberales. Y si no tienen dinero, que los colegios privados se lo perdonen o que cobren en función de las rentas de los padres.
A estos liberales de mentira les das la mano y te acaban tomando el pelo. Con total libertad”.

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