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domingo, 21 de julio de 2013

LA GENERACION DEL 98

Una buena amiga que como siempre con su reflexión y agudeza que le da estar postrada en cama durante más de 40 años, siempre me ayuda a comprender el entorno que me rodea. Y hoy lo hace recordándome “Las sietes clases de españoles”.

Pero previamente a esto, quiero recordar la importancia que tenía las tertulias en los Cafés, y en especial la de la Generación del 98.
Esta Generación es la primera de las tres que le darían la gran época de esplendor a las tertulias en los Cafés. Se discutía de arte, literatura, política, según le conviniese al público que acudía a participar en las tertulias. Estas nunca eran fijas, al menos en esta primera fase. Eran tertulias desenfadadas, donde no había establecido un día para acudir ni un tema sobre el que hablar, todo era espontáneo, eran menos ritualizados que en las generaciones posteriores, eran más cotidianas, más del presente, del día a día. En palabras de algún bohemio se atacaba la vida frívola y estúpida de la sociedad española. Qué pena que en pleno siglo XXI hemos perdido estos Cafés de encuentro de tertulianos que enriquecían la sociedad y acababan con la estupidez humana que nos envuelven; hoy en cambio, asistimos a los Cafés para hablar de la frivolidad de la vida y de hablar del “yo más que tú”.

Entre los personajes que frecuentaban estas tertulias de finales del siglo XIX y principios del XX encontramos en primer término a Ramón María del Valle-Inclán, quien perdió la mano en una disputa en el Café de la Montaña con D. Manuel Bueno; a Rubén Darío, Azorín, Unamuno, Benavente, Alberto Insúa, Antonio y Manuel Machado, Rafael Urbano, José Nogales, Luis París, Ricardo Catarinéu, Luis Bellon, Nilo Fabra, López del Castillo, Félix Méndez, Ciges Aparicio, Enrique Díez-Canedo, Antonio Zozaya, Enrique Mesa, Constantino Román Salamero, Pedro Mata, Enrique Gómez Mesa, Pedro de Répide, Bernardo G. de Candamo, Pablo Ruiz Picasso, Ramiro de Maeztu, Enrique Cornuty, Julio Camba, Abelardo Corvino, Enguita...


Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.                    
Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:  
“La verdad es que en España hay siete clases de españoles... sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1.   Los que no saben;
2.   Los que no quieren saber;
3.   Los que odian el saber;
4.   Los que sufren por no saber;
5.   Los que aparentan que saben;
6.   Los que triunfan sin saber, y
7.   Los que viven gracias a que los demás no saben.
 
Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”. 

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