En los
albores del atardecer de la vida, sólo me queda abrir el alma, y ahí vá:
Ya no
tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde
desfilan egos inflados. Desprecio a los oportunistas y a las personas
mezquinas. No tolero a los envidiosos
que tratan de desacreditar a los más
capaces para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Ya no tengo tiempo para proyectos
megalomaníacos. No participaré en conferencias que establecen reglas engañosas
para erradicar la miseria en el mundo.
No quiero que me inviten
a reuniones donde se pretende solucionar los problemas del milenio. Ya no tengo
tiempo para reuniones interminables donde se discuten: estatutos, normas,
procedimientos y políticas, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para
soportar el egoísmo de personas que, a pesar de su edad cronológica, son unos
inmaduros. No quiero ver las agujas del reloj avanzando en reuniones de
"confrontación", donde solo “ponemos sobre la mesa” las
opiniones egoístas.
Recuerdo ahora a Mário de Andrade, que afirmó: “Las personas no discuten los contenidos, sólo sus títulos". Mi tiempo es
escaso como para discutir títulos;
quiero la esencia. Mi alma tiene prisa; quiero
vivir al lado de gente humana, muy humana; que sepa reír de sus errores, que no se envanezca con sus triunfos, que no se
considere electa antes de tiempo, que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad de los marginados y
que desee tan sólo andar al lado de Dios, si existe.
Caminar junto a cosas y personas de verdad. Disfrutar de un afecto absolutamente sin
fraudes, nunca será una pérdida de tiempo. Lo esencial es lo que hace
que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón
de las personas. Gente a quien los golpes duros de la vida, les enseñó a crecer con toques suaves en el alma. Si…. Tengo
prisa por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar. Mi meta es
llegar al final satisfecho y en paz conmigo mismo por el deber cumplido. Ojala
pueda ser así…
Aquí
dejo un poema de José Saramago:
¿Qué cuántos años tengo?
¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido...
Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la
convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo
otros “que estoy en el apogeo”.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que
mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo
que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
¡Estás muy viejo, ya no podrás!...
Tengo la edad en que las cosas se miran con calma, pero con el
interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor:
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada y otras...
un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derrame al ver mis ilusiones
truncadas...
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis
anhelos ¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso! ...¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo y hacer lo que
quiero y siento!
Que importa cuántos años tengo.
o cuantos espero, si con los años que tengo.
¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!
Escribe Vd. muy bien....Ésta entrada es realmente preciosa...Mi más cordial enhorabuena!!!
ResponderEliminar