Hace aproximadamente tres meses publique un escrito en el que
vaticinaba el acercamiento de una “revolución social”. Ayer mismo en el
programa de la Sexta decía Miguel Ángel Revilla, que se aproxima un estallido
social; y esto no es menos cierto cuando vemos las barbaridades que
aprovechando la mayoría absoluta, se están imponiendo en nuestro país, y este
no es el país que quiero.
Se dice que los “escraches” son violentos porque hacen daño a la
intimidad familiar presionando a aquellos que tienen el poder de tomar
decisiones justas, pero no lo hacen. Y digo yo, no es violencia ver como miles
de niños son desahuciados de sus hogares viendo a sus padres arrastrados por
los suelos, mientras la policía destroza las puertas de sus casas, ¿esto no es
violencia? Es verdad, existe la violencia de los poderosos y la violencia de
los pobres. Me contaba un amigo que le decía un policía que él no obedecería a
sus jefes porque dentro de unos días iban a desahuciar la casa de su hijo, y él
no quería arrastrar a su hijo y nuera de su domicilio. Algo está pasando y se nos
está escapando de las manos. ¿No es a caso violencia el dinero depositado por
los ahorradores en los Bancos y que hoy
sirve para tapar el déficit que han provocado los corruptos que andan a sus
anchas por el país y con sus reservas monetarias en los paraísos fiscales?. Según
el ministro Montoro 300 evasores fiscales tiene el país, vaya ud. a creer si
dice la verdad, como miente tanto.
Saben amigos lectores, ¿que
es el escrache?. Es un método de participación social en contextos de
impunidad, en los que no existe la posibilidad de acción judicial contra
personas que colaboran en alguna forma en acciones contra los derechos
humanos.
Es por tanto una exigencia de justicia, porque al estar
contaminado el sistema judicial y no defender los derechos humanos, mediante el
escrache se busca la condena social. La injusticia sigue creciendo,
Mañana puedes ser tú el que necesite apoyo.
Es preciso
ir tomando conciencia de que la rabia, indignación que nos asalta, debe
servir para algo más que maldecir y soltar improperios, hay que ir pensando en
cómo desembarazarnos de estos parásitos, trabajar para sustituirlos por una
autentica Democracia, entendida como régimen de ciudadanos libres, en donde
primen los valores de lo público, en donde el colectivo ciudadano tenga
protagonismo propio a través de una información totalmente transparente
que le permita participar en las actividades políticas, y no a través de una
delegación de sus asuntos en un Parlamento que se olvida del pueblo hasta
las siguientes elecciones.
Una
Democracia participativa genera espacios públicos de discusión sobre los
asuntos que nos atañe como ciudadanos: desde la gestión de nuestro municipio
hasta los asuntos económicos. Especialmente importante es esto último: la
economía no es una esfera separada de los hombres y regida por leyes
científicas. El mercado no puede tomar decisiones, las toman los hombres y
mujeres. Nosotros debemos decidir en qué se gasta, cómo se distribuye, cómo se
recauda.
Tenemos que
aprender, enseñar y defender que todos los hombres tienen el mismo derecho a la
libertad, a su prosperidad y a la protección de las leyes, que la Justicia
sirve para sostener la igualdad y la libertad, que la práctica de los valores y
derechos humanos en nuestra vida cotidiana es fundamental si queremos ir
construyendo esa sociedad más justa, que la acción política no sólo la apuesta
por la gestión pública, sino por la existencia de espacios públicos de
participación ciudadana y por una economía gestionada públicamente en beneficio
de la mayoría, no una economía que rinde homenaje al beneficio por encima de
los hombres y mujeres. La economía debe estar al servicio de los ciudadanos y
no al revés, que la religión es un derecho de todas las personas , pero que
pertenece al espacio privado, la sociedad debe ser laica, no anticlerical, pero
sí laica,
Que la
sociedad debe plantear una utilización de los bienes racional y austera, de
forma -que frente a la sociedad del consumo se propugne una sociedad consciente
de los límites que impone la naturaleza y de la necesidad de actuar y vivir con
austeridad y de gestión racional de los recursos.
En el
intento de mantener esta sociedad que se está desmembrando, en poco tiempo
plantearan la dimisión del rey y sus sustitución por su hijo, intentaran que no
podamos opinar, por ello hay que ir pensando que los españoles debemos ir
pensando en que se cree una nueva Constitución que consagre los valores
ciudadanos y que los españoles podamos decidir si queremos seguir con la
Monarquía, aunque no debemos olvidar que un Rey “irresponsable” ante la
Ley es incompatible con la plena igualdad y no digamos con la limitación de la
propiedad privada. Una estructura del Estado, la Jefatura, que mantiene en el más
absoluto silencio las cuentas económicas es incompatible con un régimen
presidido por la transparencia. Una familia que patrimonializa las propiedades
del pueblo es incompatible con una defensa de lo público. Un Rey al que no se
puede cuestionar por ser un delito es incompatible con la libertad de
expresión. Y en fin, que la monarquía basada en el derecho divino y en la
transmisión por la sangre de la capacidad de gobernar es plenamente
incompatible con la racionalidad y la sensatez. Ser Republicano es cuestión de
inteligencia.
¿Dónde está
la transparencia? Dice el diccionario que un material presenta transparencia
cuando deja pasar fácilmente la luz, y estos políticos dicen que ser
transparentes es presentar la declaración de la renta. Que poco han comprendido
sobre la transparencia, que poco saben de desnudar el alma …
El sentirse
republicano es aspirar a la libertad, a la defensa de valores como la
redistribución de la riqueza, la ampliación del concepto de igualdad radical de
las personas, la sostenibilidad ambiental y la solidaridad en todos los
ámbitos, al conocimiento respetuoso del mundo y de los demás.
Empecemos a
debatir que sociedad queremos construir, no la que quieran imponernos, porque
un mundo mejor es posible.
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